Literatura del Siglo de Oro (Parte 2)


El Quijote y la complicidad en el engaño.

El tema del engaño lo podemos analizar en diversas obras de la Literatura de España, incluyendo la novela de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, escrita por el autor español Miguel de Cervantes. El engaño no simplemente se puede encontrar en el cuento céntrico de la obra, sino además en sus leyendas paralelas y se muestra de modo más sofisticado en los encantamientos y en la teatralidad de la misma pieza literaria.  La situación ficticia en esta novela se inicia a partir de un engaño. El engaño es apreciable a través de muchos de los actores y escenas en esta obra. En este sentido, el acto de prueba en realidad se refiere a un engaño. “Más vale el engaño y la ignorancia que la sabiduría y la verdad”, nos murmuran los personajes interpuestos por Cervantes a través de los infortunios de su héroe. Tal moraleja, simbolizada por la cantidad de ocasiones en que de forma irrisoria el hidalgo hace pedazos o embota su lanza, signo de la verdad caballeresca queda corroborada en la historia desventurada de Dorotea, pero, sobre todo, en la historia del curioso impertinente.

 En este relato, Anselmo duda conocer hasta que punto llega la honestidad de su esposa Camila. Para probarla, llevó su mejor amigo Lotario, a la casa y lo dejó a solas con ella bajo el acuerdo de que le hiciera insinuaciones galantes. Comenzando con el extravagante deseo de Anselmo por saber la verdad se multiplicaron las mentiras y las desgracias. Para empezar, Lotario, debido a su gran amistad con Anselmo, estimaba que no era oportuno usar las armas de seducción acordadas; pero, no le quedó más que mentirle y engañarle sobre la fidelidad probada de Camila. Prontamente, Anselmo, que adviertió el noble engaño de Lotario, le convenció para que pretendiera seducir realmente a Camila. Una vez Lotario se decidió a poner límite a la ocurrido, Camila se rindió. Pero el amor se reveló más fuerte que la amistad y Lotario engañó luego a Anselmo en la dirección inversa; su esposa, le dijo, sigue firme como una roca. No quedó ahí el sarcasmo de la verdad a ultranza, más adelante, cuando Lotario, por celos infundados ante un tercer hombre, se vengó de Camila confesándole a Anselmo que, en efecto, su esposa había cedido, todos mintieron ante Anselmo para desagraviar la honra manchada de su mujer. Poco despúes, la criada Leonela, Lotario y la propia Camila toman parte en una representación donde ella, tras proclamar su inocencia, pretendió suicidarse con una daga ante Lotario por haber dicho fingidamente que la había seducido. Contradictoriamente, al querer saber una simple verdad suscita una grande y compleja ficción colectiva ante el propio interesado.

En esta afamada obra Alonso Quijano, quién representaba a Don Quijote fue un hidalgo de unos cincuenta años retirado, obsesionado con los libros de caballerías, creía que cada una de sus palabras era realidad, a pesar de que muchos de los eventos eran claramente imposibles. Quijano es visto por otras personas como alguien que ha perdido la razón, debido a la falta de descanso por no dormir, la falta de apropiada alimentación y la mucha lectura. Este personaje en su delirio decide emerger como un caballero andante en busca de varias aventuras. Se coloca una armadura vieja, reemplaza su nombre a "Don Quijote de la Mancha" y nombra a su caballo flaco "Rocinante". Igualmente, escoge a una mujer de una granja vecina, llamada Aldonza Lorenzo, como su amada, nombrándola Dulcinea del Toboso. Luego salió y termino en una venta, que él pensó era un castillo. Le preguntó al ventero, que él creía era el señor del castillo, que lo convirtiera en hidalgo.

El ventero, que, como está dicho, era un poco socarrón y ya tenía algunos barruntos de la falta de juicio de su huésped, acabó de creerlo cuando acabó de oírle semejantes razones, y, por tener que reír aquella noche, determinó de seguirle el humor: y así, le dijo que andaba muy acertado en lo que deseaba y pedía... (I,3,26)”.

Después, pasó la noche vigilando sus armas, en el que se vio envuelto en una pelea con carreteros que trataron de quitarle su armadura del abrevadero para que pudieran beber sus animales de carga. Don Quijote tuvo un encuentro con comerciantes de Toledo, que le difaman a la supuesta Dulcinea, uno de ellos lo golpeo gravemente y lo dejó al lado de la carretera. Al poco tiempo, Don Quijote fue encontrado y devuelto a su casa por un campesino vecino, Pedro Crespo.

Don Quijote fue engañado por el cura, el barbero, su ama de llaves y su sobrina, entre muchos otros. Los personajes conspiraron para destruir la biblioteca de Quijote y cuando el caballero andante se preparaba para su segunda salida, hicieron un esfuerzo para evitar que él saliera quemándoles a escondidas la gran parte de sus amados libros de caballerías y sellándole su biblioteca pretendiendo que un mago se la había llevado. Su estrategia fue utilizar los delirios de Don Quijote como un medio de engañarlo con frecuencia para protegerlo. Es decir, recurrían al engaño para hacerlo volver a la realidad de Alonso Quijano. Otros como el ventero y los duques usaban la manipulación con una intención de burla, en las líneas anteriormente citadas de esta novela se puede notar este detalle. Don Quijote no solo imitaba a un caballero andante, sino que otros se confabulan y se hacían cómplices del engaño creando más real su invención.

La sobrina del Quijote percibe que su plan ha fracasado: su tío está decidido a salir de casa y al no haber logrado persuadirlo para no hacerlo. Viajar a la ciudad, Don Quijote se encuentra con Sancho Panza, un plebeyo y lo convence para servirle como su escudero, prometiéndole el gobierno de una isla. El insulso Sancho estuvo de acuerdo, así, la pareja se escabulló en la madrugada. Es aquí cuando su célebre serie de aventuras empezaron con el ataque a los molinos de viento que él creía que eran gigantes feroces. Quijote se preparó para la batalla contra un ejército de gigantes, a pesar de las advertencias urgentes de Sancho cuando este se dio cuenta que tales "gigantes" eran tan solo molinos de viento. Quijote insistía y se abalanza hacia los molinos de viento y cae al suelo, cuando la lanza se atasca en las velas del molino de viento. Quijote no es gravemente herido, aunque su caballo, Rocinante, es más gravemente herido. Cuando llega a estar claro a Quijote que se trata de un campo de molinos de viento, argumentaba que un encantamiento ha transformado los gigantes en molinos de vientos con el fin de robarle la victoria.

El personaje de Sancho posee una doble particularidad, por un lado, trató de desengañar al Quijote por otro lado, incluso Sancho se sintió obligado a engañarlo y se vuelve cómplice del engaño en otro encantamiento. Sancho también ejecutó una actuación engañadora convincente apoyada en un lenguaje rimbombante y acciones pomposas que se atañe con la fantasía que le estaba haciendo creer a don Quijote. Sorprendido en la búsqueda de Dulcinea, Sancho le trajo tres labradoras sucias y harapientas y le dijo a don Quijote que la misma era Dulcinea y sus damas de honor. Cuando Don Quijote se percató que las mismas eran tan solo labradoras, Sancho lo engañó haciéndole creer a don Quijote que sufría de un hechizo cruel que no le permitía ver la verdad, una vez más el encantamiento era el que funcionaba para justificar el cambio de apariencias de Dulcinea.

Quijote siguió en su búsqueda de aventuras. En una calle lateral, atacó a dos monjes que acompañaban a una dama. Quijote argumentaba que la mujer había sido secuestrada y la llevaban encarcelada en el carruaje. Sancho intentó disuadir al hidalgo, pero fracasó. Entonces el mismo se unió a la batalla e intentó robarle la ropa de los monjes. En este punto, los monjes intervinieron y dieron a Sancho una paliza bastante grave. Quijote fue herido en la oreja, pero casi mata a uno de los asistentes de la señora, un hombre llamado "el valiente Biscainer." Quijote dijo que se perdonaría la vida solo sí el hombre se comprometía a presentarse ante Dulcinea, para que ella pudiera disponer de él como ella quisiera. La compañía de la señora, sus asistentes, los monjes y sus sirvientes con entusiasmo convinieron a las demandas del Quijote porque vieron que era peligroso.

En tal exquisita obra, la composición de literatura con vida, la exuberancia de disfraces, y un personaje que no parece pertenecer al mundo en que vive crean un ambiente vertiginoso en la novela del Quijote. Los protagonistas y el lector siempre tienen que predecir si algún incidente o encuentro es real, imaginario, o un engaño. Es indiscutible que "la realidad" no es un concepto simple y el escritor trata de hacernos pensar en su mensaje. La más compleja forma de engaño es el encantamiento. Don Quijote usa a los encantadores para justificar sus equivocaciones cuando sus aventuras fracasan, en muchas de las cuales termina apaleado o apedreado a pesar de las advertencias de Sancho. Los encantadores son la justificación a sus problemas. Varios de los encantamientos a los que el Quijote se refiere son provocados a modo de broma por terceros, los que, luego, de engañadores se convierten en engañados. Sancho, por ejemplo, recurrió al truco del presunto encantamiento de Dulcinea para engañar a don Quijote, y posteriormente fue a su vez burlado por los duques, quienes lo hicieron creer que Dulcinea en verdad estaba encantada.

El personaje de don Quijote al principio no contaba con los encantamientos para justificar sus fracasos. Entonces culpó por ejemplo a Rocinate, cuando volvió derrotado de su primera salida, luego del apaleamiento en la escena de los mercaderes toledanos. A partir de ese momento don Quijote empezó a usar los encantamientos como defensa de los infortunios de sus aventuras.  Así distinguimos la actuación de Dorotea quien se disfrazó de forma exótica y se hizo pasar por la princesa Micomicona, del reino de Micomicón en África participando junto al cura y el barbero en la complicidad del engaño, argumento recurrente en toda la obra.

Sacó luego Dorotea de su almohada una saya entera de cierta telilla rica y un mantelillo de otra vistosa tela verde, y de una cajita, un collar y otras joyas, con que en un instante se adornó, de manera que una rica y gran señora parecía…A todos contentó en extremo su mucha gracia, donaire y hermosura… (I,29, 178).

Más tarde, los duques decidieron aprovechar el paso de ambos personajes por sus propiedades para divertirse a costa de ellos. Los mismos ordenaron a sus criados que les siguieran la corriente a los visitantes y que se comportaran al estilo de las cortes de los libros de caballerías. Delicados y despiadados a la vez, los duques harían revivir artificialmente a don Quijote y a su  amigo las aventuras caballerescas sin que estos tuvieran que descubrir la realidad de sus grandes bromas y engaños ideadas por los duques. En una cacería que organizó el Duque en honor de Don Quijote, apareció uno de los criados disfrazado de diablo, que anunció la llegada de un cortejo de encantadores que traían sobre un carro triunfal a su imaginaria Dulcinea del Toboso. Entre la comitiva que llegó, se destacaba el sabio Merlín, el cual pronunció ante Don Quijote una cómica y solemne profecía en la que anunciaba que Dulcinea estaba encantada en forma de aldeana y que únicamente recobraría su estado original cuando Sancho se haya dado tres mil trescientos azotes. Don Quijote tuvo que rogar al escudero que de cuando en cuando se sometiera a un azote para así lograr el desencanto de Dulcinea.

En síntesis, son innumerables las escenas en esta obra que nos demuestran la complicidad del engaño, resulta inverosímil citarlas todas, rigurosamente he tratado de mencionar algunos de los actos más encantadores e importantes. Es posible afirmar que Cervantes no solamente escribió el Quijote para desarrollar a su protagonista, sino también lo utilizó para considerar la naturaleza de la literatura en general y su realidad ficticia la cual inicia de un juego entre la apariencia y la realidad, o mejor dicho de un engaño. Para que una novela artificial tenga éxito, es necesario que el autor convenza al lector de que un mundo ficticio es un mundo real. Es decir, tiene que transformar a la ficción en una realidad en la mente del lector, encantándole.

Por lo tanto, los encantamientos y su teatralidad forman una parte fundamental de la totalidad de las aventuras en las que participa don Quijote, son, además, expresiones sofisticadas del engaño, en las cuales el lector y los personajes son partícipes y cómplices la mayoría de veces. Es decir, la novela entera es un gran encantamiento construido de varios pequeños encantamientos, que sobre todo le sirven al hidalgo para justificar sus fiascos. Por tal razón, la manera en que los personajes reaccionaban a los encantamientos y la manera en que los lectores la interpretan pueden servir como un espejo que refleja la forma en que Cervantes quería que interpretemos su obra. Detrás de un análisis de los engaños expresados por los encantamientos episodio por episodio de esta novela se nos deja ver la progresión que nos transporta a aceptar los mismos como una parte de la realidad, o al menos a un mundo donde todo es posible. Después de todo, está claro que Cervantes ha tenido éxito en su encantamiento porque muchos creemos en la existencia de la teatralidad de don Quijote y las características picarescas de los demás personajes en esta extraordinaria obra de la literatura universal.

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